Un artículo del semanario británico muestra el daño que sufren las exportaciones de algunos países ante un dólar caro a nivel global.
El periódico británico The Economist advirtió al presidente Javier Milei sobre los peligros de avanzar con una dolarización. El semanario puso la lupa sobre los efectos negativos en Ecuador, Panamá y El Salvador.
Los dos países que usan a la divisa estadounidense como moneda de curso legal ven sufrir a sus exportaciones y perder mercados en favor de competidores con moneda propia. Toda una señal para el proyecto de “dolarización endógena” argentino.
Para el semanario británico, las dificultades que viven los tres países latinoamericanos que adoptaron al dólar estadounidense “debería hacer reflexionar a Milei, el presidente de Argentina, quien hizo campaña para adoptar el dólar y cerrar el banco central”.
En el artículo del prestigioso medio económico se evaluó la potencial conversión de moneda en la Argentina de la mano de Milei mediante la dolarización, su “caballito de batalla” durante la campaña electoral que lo llevó a la Casa Rosada, y puso como ejemplo las dificultades que atraviesan los países latinoamericanos.
La publicación retoma la discusión respecto a la dolarización y plantea que la compleja realidad en la que se encuentran Ecuador, Panamá y El Salvador “deberían hacer reflexionar a Javier Milei, el presidente de Argentina, quien hizo campaña para adoptar el dólar y cerrar el Banco Central”.
Milei, sostiene el semanario, “podría argumentar que al eliminar el déficit fiscal y eliminar los controles, está haciendo que la economía argentina sea lo suficientemente flexible como para beneficiarse de la dolarización. Y es cierto que América Latina ha abusado de la depreciación de sus monedas para encubrir fallas en sus políticas. Pero la experiencia muestra que, lejos de ser una panacea, dolarizar puede crear un castigo para uno mismo”.
El artículo señala que el trío de países a los que hace alusión adoptaron al dólar como moneda oficial y actualmente enfrentan desafíos significativos debido a la fortaleza del dólar estadounidense. Ecuador, por caso, uno de los principales exportadores de rosas, vio disminuir su competitividad en el mercado global frente a países como Colombia, Etiopía y Kenia.
“Después de su colapso monetario en el 2000, Ecuador adoptó el dólar estadounidense. Con el dólar ahora fuerte, las rosas de Ecuador están perdiendo terreno en los mercados mundiales”, explica el informe del semanario británico.
Además de las dificultades para combatir las problemáticas internas como la violencia del narcotráfico en el caso de Ecuador, el diario pone el ejemplo del cierre en Panamá el cierre de una gran mina de cobre recortó significativamente su PBI. En cuanto a El Salvador, la política de Nayib Bukele ahuyentó a los inversores, asegura. Como resultado, “el crecimiento económico proyectado para estos países está por debajo del promedio de América Latina”.
Adoptar el dólar implica renunciar a una política monetaria independiente y la capacidad de devaluar la moneda en respuesta a choques externos. The Economist señala que “adoptar el dólar significa renunciar a una política monetaria independiente y la opción de responder a choques externos mediante la devaluación de la moneda”. Los bancos centrales de estos países, aunque existen, no controlan la oferta monetaria ni establecen las tasas de interés, lo que limita su capacidad para manejar crisis económicas internas.
“La dolarización fomenta una mayor integración económica con el resto del mundo porque reduce los costos de transacción involucrados en el comercio. Pero si los bienes y servicios no son competitivos, será más difícil aprovechar al máximo las oportunidades potenciales”, sostiene el artículo.
El estudio también destaca la importancia de mantener una estricta política fiscal en países dolarizados, ya que no pueden imprimir dinero para cubrir déficits presupuestarios. En este sentido, los déficits fueron considerables el año pasado en los tres países, con una deuda pública que sigue aumentando de manera preocupante. Según The Economist, “la política fiscal estricta se vuelve especialmente importante, porque los países no pueden imprimir dinero para cubrir sus déficits presupuestarios”.