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El primer año de la gestión de Milei en números: se perdieron 261 mil puestos de trabajo y el salario cayó un 3,7%

Desde el Centro de Economía Política (CEPA) analizaron los principales elementos de su gestión, sus consecuencias y una perspectiva para el futuro cercano, con una profundización de la diferencia entre sectores ganadores y perdedores.

El 10 de diciembre se cumple un año de la gestión de Javier Milei como presidente. Desde su asunción, se llevaron adelante profundas transformaciones que afectaron la realidad cotidiana de todos los argentinos y argentinas.
Desde el Centro de Economía Política (CEPA) realizaron un estudio analizando los principales puntos de sus reformas, sus consecuencias y una perspectiva para el futuro cercano, con una profundización de la diferencia entre sectores ganadores y perdedores.En términos generales, el gobierno aplicó un muy fuerte ajuste ortodoxo para ordenar algunas variables macroeconómicas con un costo social elevado. La suba del tipo de cambio, de 118%, conjuntamente con la desregulación de vastos sectores de la economía y el incremento significativo de las tarifas de servicios públicos (luz, agua, gas, transporte), tuvieron un sensible impacto en precios (la inflación alcanzó 25,5% en diciembre, 20,6% en enero y 13,2% en febrero) que, sin ningún tipo de compensación de ingresos ni acuerdo de precios implicó una reducción sensible de los ingresos en términos reales.

Por su parte, las principales variables macro parecen haber mejorado. Sin embargo, presentan “pies de barro” en su evolución. Así entonces, las dudas se vinculan con el nivel de apreciación cambiario, los dólares acumulados, el impacto en materia económica sobre sectores industriales, entre otras cuestiones.

La actividad económica estancada

En cuanto a la actividad económica, desde CEPA consideraron que “sufrió una fuerte caída a principios de año que se recuperó parcialmente a lo largo de los meses subsiguientes. El impacto de la devaluación, que licuó los ingresos de la población afectando el consumo, sumado al ajuste regresivo del gasto estatal, generaron una fuerte contracción de la economía”.

“En abril, la actividad llegó a su piso ubicándose 4,4% por debajo de la medición desestacionalizada de noviembre 2023 y comienza un rebote errático: la variación mensual desestacionalizada arrojó +0,7% en mayo, -0,1% en junio +2,7 en julio, +0,9% en agosto y una nueva retracción en septiembre (-0,3%). Pese a ello, Milei sostiene que la recesión ha terminado y el país ha comenzado a crecer, y que los desestacionalizados hace 6 meses que vienen, sistemáticamente, creciendo“, añadieron.

El tercer trimestre también sufrió caídas, que llegaron al 3,1% en la comparación acumulada interanual. “Si excluimos el factor agro (que compara con un 2023 atravesado por la sequía), el derrumbe es de 5,5% acumulado hasta septiembre. De mantenerse este nivel de actividad económica hasta fin de año, la caída interanual será de 3,1% mientras que excluyendo al agro sería de 4,2%. El crecimiento del sector agropecuario, superada la sequía, amortigua y compensa parcialmente el desplome“, plantearon.

Según el informe, 2025 no será venturoso, ya que “no se vislumbra una mejora salarial sustancial de los salarios en términos reales. De hecho, un incremento en los salarios implicaría, en el contexto de desregulación actual, un impulso al alza de los precios. En concreto, el escaso dinamismo de los salarios implica una limitación al alza de la actividad económica dado que es el principal componente de la demanda agregada”.

Además, “la heterogeneidad en el desempeño de los sectores profundizará las diferencias entre sectores ganadores y perdedores”, y, dado que la comparación de actividad se realiza de manera interanual, si el ritmo de diciembre 2024 se traslada a los primeros meses de 2025, estos darán positivo en el cotejo con los mismos períodos de 2024, una estadística de la que el Gobierno “hará uso”.

La inflación

En cuanto a los incrementos, “la devaluación inicial del 12 de diciembre fue acompañada de la desregulación de precios de la economía: naftas, prepagas, alimentos, medicamentos. Estas medidas aceleraron significativamente la inflación: 25,5% en diciembre, 20,6% en enero y 13,2% en febrero. Luego del fogonazo, entre mayo y agosto, la inflación se estancó en torno a 4%, piso que logró romperse en septiembre (3,5%) y octubre (2,7%)”.

Para CEPA, “dos factores han sido claves para explicar la desaceleración”. “Por un lado, la sensible caída del consumo le colocó un techo a los precios no regulados de la economía. La pérdida de poder adquisitivo fue el mayor límite al crecimiento de los precios de los bienes de consumo masivo como los alimentos y productos de cuidado”, explicaron.

“El segundo factor fue el tipo de cambio. En materia cambiaria, el gobierno propuso un esquema rígido de devaluación mensual controlada de 2%, para anclar las expectativas, generando al mismo tiempo una apreciación acelerada del tipo de cambio”, añadieron.

Además, remarcaron que “existen varios cuestionamientos al indicador de precios”. “La inflación está bien calculada de acuerdo a la metodología vigente, pero el indicador no es representativo del consumo de los argentinos. Esto se debe a que un indicador como el IPC no permite captar cambios sensibles en corto plazo (meses) en las canastas de consumo promedio de la población. Y durante la gestión de Milei, tanto los servicios como el transporte han registrado un salto significativo, muy por encima del resto de los precios”, destacaron.

Actualmente, se utiliza como base de consumos la Encuesta de General de Hogares (ENGHo) de 2004/05 actualizada por inflación. “Sin embargo, el INDEC realizó una nueva medición en 2017/2018 que muestra un aumento del consumo de servicios como agua, gas, electricidad, comunicaciones y transporte a la vez que una reducción de la importancia de los alimentos. Si se aplicaran estos ponderadores, en el período noviembre 2023 – octubre 2024, la medición mostraría una inflación 8,5% mayor a la acumulada“, manifestaron.

Empleo, salarios y consumo

La caída de la actividad económica también afectó la cantidad de trabajadores registrados en unidades productivas. Desde noviembre de 2023 hasta agosto de 2024, se perdieron más de 261 mil puestos: de 9.857.173 a 9.596.156 según los datos de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT)”, expusieron desde CEMA.

El efecto de esta realidad “ha sido heterogéneo”. “Desde que asumió Milei hasta agosto, los únicos sectores de la economía que generaron puestos de trabajo son el agro (+9.918), la minería (+754) y la pesca (+586). Pero estuvieron muy lejos de compensar lo sucedido en el resto de los sectores: construcción perdió 66.00 puestos y la industria manufacturera 29.600 puestos”, afirmaron.

a aceleración inflacionaria de diciembre hizo caer con fuerza al poder adquisitivo de los salarios. “A partir de allí, el comportamiento se fragmenta: mientras que los registrados privados lograron recuperar parte de lo de perdido (se ubican 1,5% por debajo del poder adquisitivo de noviembre 2023), los públicos y los no registrados se estancaron, registrando una pérdida a septiembre de 16,1% y 20,1% respectivamente respecto del inicio del gobierno. El promedio ponderado de los salarios medido por el INDEC arroja un descenso del poder de compra de 9,6%”, detallaron.

“Sin embargo, el indicador de salarios no permite medir la pérdida de puestos de trabajo. Si analizamos la masa salarial real de los trabajadores registrados privados (salario ajustado por cantidad de trabajadores), el nivel respecto a noviembre de 2023 exhibe una caída de 3,7%“, precisa el informe.

“Asimismo, si utilizamos la inflación medida con la ENGHo 2017/8, las pérdidas reales de los salarios son mayores: -9,1% el sector privado registrado, -22,5% el público, -27,2% el no registrado, consolidando un índice ponderado de -16,7% respecto a noviembre de 2023”, concluye el texto.