A raíz de los escándalos protagonizados por la diplomacia argentina en la Asamblea General de las Naciones Unidas, para el partido de Mauricio Macri la “Argentina vota en soledad, contra el resto de la humanidad”.
Como se informó, la diplomacia argentina volvió a protagonizar un papelón a escala mundial: fue el único país integrante de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que votó en contra de una resolución referida a la prevención y eliminación de todas las formas de violencia contra mujeres y niñas.
El escándalo se produce poco después del rechazo argentino a la resolución sobre derechos de los pueblos indígenas, también aprobada por la Asamblea General de la ONU, en la que también nuestro país quedó aislado del resto del mundo.
En ese marco, hasta el principal aliado político de Javier Milei protestó públicamente por la errática política diplomática del Gobierno anarcocapitalista, a través de una declaración publicada en redes sociales, titulada “Argentina vota en soledad, contra el resto de la humanidad”.
La durísima crítica del PRO a la diplomacia libertaria
“Desde el PRO estamos convencidos de la necesidad de tener una política exterior equilibrada”, comienza la declaración del PRO, partido conducido por Mauricio Macri, principal aliado político y parlamentario de La Libertad Avanza (LLA).
Para el macrismo, “no se trata de encolumnarse, ya sea con Estados Unidos o Israel, ni con China”. Como se sabe, Milei había anunciado que la Argentina alinearía su diplomacia con las de los estadounidenses e israelíes, que en las resoluciones mencionadas votaron a favor, como la amplia mayoría de los países integrantes de la ONU.
Para el PRO, “se trata de actuar con visión estratégica, priorizando los intereses nacionales y promoviendo relaciones diplomáticas que favorezcan el desarrollo y bienestar de Argentina, sin caer en dependencias o confrontaciones innecesarias”.
El aislamiento global de la Argentina libertaria
Desde la asunción de Gerardo Werthein como jefe de la diplomacia argentina, nuestro país protagonizó en la ONU dos escándalos consecutivos: votó en contra de una resolución a favor de los derechos de los pueblos aborígenes y otra contra la violencia hacia mujeres y niñas.
En ambos casos, en absoluta soledad en el ámbito de la Asamblea General de ese organismo supranacional, con sede en Nueva York.