“Un guerrero tiene derecho a su descanso”, dijo a principios de este año cuando decidió dejar de pelear contra su enfermedad. Murió este martes a los 89 años.
El respeto de propios y ajenos
Aunque su ideología lo ubicaba en la izquierda, Mujica se ganó el respeto incluso de muchos que no compartían sus ideas. Su forma de hablar, sin dobleces, con una mezcla de sabiduría campesina y reflexión política profunda, lo convirtieron en una figura admirada dentro y fuera del país.
Durante su presidencia impulsó leyes progresistas como la legalización del aborto, del matrimonio igualitario y del consumo regulado de marihuana. Pero más allá de las leyes, dejó una marca por su ética personal. Mujica mostró que era posible hacer política sin perder la integridad.
Su historia de vida también fue llevada al cine. La película “La noche de 12 años” retrata el cautiverio que sufrió junto a Eleuterio Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof, con una crudeza que permite entender cómo el dolor puede no quebrar el alma de un hombre.
La despedida de un símbolo
A principios de este año, cuando comenzaron a circular versiones —algunas malintencionadas— sobre su salud, Mujica salió al cruce con la frontalidad que lo caracterizaba. Fue entonces cuando dejó una frase que quedará grabada: “Un guerrero tiene derecho a su descanso”.
Este martes, con mensajes que cruzaron fronteras y colores partidarios, ese respeto se transformó en homenaje. Porque Mujica murió como vivió: con dignidad, serenidad y fiel a sí mismo. Se fue el hombre, queda el ejemplo.